Conciencia,
corrección y amor al prójimo
“No
corrijas a tu hermano sin haberlo antes amado”
En
las lecturas de la liturgia de hoy (recomiendo leerlas antes de comenzar con esto), la palabra habla que Dios nos encarga la tarea a cada uno. La de ser responsables los actos del prójimo. El ayudar al hermano cuando cae, haciéndole
una corrección. En otras palabras, de ser la conciencia externa del otro. ¡Como
si no fuera ya difícil hacernos responsables de nuestros actos! Bueno, pues así
lo ha decidido Dios…
La
tendencia actual, tanto en el ámbito humano como en lo espiritual, es decir: “Cada
quien hace con su vida lo que quiere”. Esto en primer momento suena bien, pues
busca respetar el espacio personal de cada uno. Sin embargo, a la luz de la
palabra, resulta una actitud de indiferencia.
Cito un
ejemplo:
1Si
tú vez a un lobo que lleva en su boca a un bebe aún con vida, ¿No lucharías por
quitarle el bebe al lobo de sus fauces? De igual forma, si vez que tu prójimo
se está hundiendo en un precipicio, que está cometiendo un error, ¿no lo
ayudarías?
Para
poder llevar a cabo la tarea, es necesario:
- Pedirle a Dios el discernimiento para poder saber qué está bien y que está mal.
- Entender que puedes cambiar, y qué no. Como dice la Oración de la serenidad de Reinhold Niebuhr2:
“Dios,
dame la serenidad de aceptar
las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar las cosas que puedo,
y sabiduría para conocer la
diferencia.”
Así
como es necesario corregir, es importante saber cuándo y cómo hacerlo. Decía
San Agustín que para corregir a tu hermano,
es necesario primero amarlo. Y es que la corrección en sí es una muestra de
amor, sin embargo, al hacerlo, debe hacerse con cariño, de forma que quien
lo reciba se dé cuenta que se hace de corazón.
Lo que escapa de nuestras manos
Hay
algunas fallas, o debilidades del prójimo (tanto espirituales como humanas) que, por razones que no entendemos,
no cambian. Este tipo de cosas que escapan de nuestra influencia. Cosas que,
por más que haces el esfuerzo de enmendar, no hay forma de que se arreglen. Esto
es lo que yo llamo en el Cuadro de acción: Área de influencia divina.
Si
te percatas de que tienes ante ti, un área de influencia divina, o sea, algo en
lo que no puedes hacer nada, haz de tomar la decisión inteligente: Hablar con
aquel que sí puede hacer algo… Dios. En pocas palabras, ora por aquello que se
escape de tus manos.
Un
error muy común, y hasta universal, es tener en frente este tipo de situación y
decidir Juzgar o condenar. Emitir un veredicto en base a lo que le está pasando
al otro, y decir que está mal. Decidir el castigo que le espera. Eso se llama ponerse
en el lugar de Dios. Para evitar tal cosa, pidámosle a Dios esa Sabiduría, para
entender que nada podemos hacer más que orar.
Cuadro de Acción
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Área de
Influencia
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Qué hago
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Qué
necesito
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Divina
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Orar
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Paciencia
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Sabiduría
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Personal
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Corregir
|
Valor y
amor
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Todo esto concluye con que tienes la responsabilidad de los
actos de tu hermano. Corregirlo con amor es tu tarea, pero hacerlo con cariño.
Aquello que veas que no puedes cambiar, coméntaselo a Dios en oración, y pídele
la sabiduría para saber cuándo puedes y cuando no.
¡Dios te bendiga!
Referencias
1 Homilía Mons Roberto Sipols, Iglesia El Trigal, 07-09-14.
2. Lecturas de la liturgia, Misal Romano. http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20140907