domingo, 7 de septiembre de 2014


Conciencia, corrección y amor al prójimo

“No corrijas a tu hermano sin haberlo antes amado”

En las lecturas de la liturgia de hoy (recomiendo leerlas antes de comenzar con esto), la palabra habla que Dios nos encarga la tarea a cada uno. La de ser responsables los actos del prójimo. El ayudar al hermano cuando cae, haciéndole una corrección. En otras palabras, de ser la conciencia externa del otro. ¡Como si no fuera ya difícil hacernos responsables de nuestros actos! Bueno, pues así lo ha decidido Dios…

La tendencia actual, tanto en el ámbito humano como en lo espiritual, es decir: “Cada quien hace con su vida lo que quiere”. Esto en primer momento suena bien, pues busca respetar el espacio personal de cada uno. Sin embargo, a la luz de la palabra, resulta una actitud de indiferencia.

Cito un ejemplo:
1Si tú vez a un lobo que lleva en su boca a un bebe aún con vida, ¿No lucharías por quitarle el bebe al lobo de sus fauces? De igual forma, si vez que tu prójimo se está hundiendo en un precipicio, que está cometiendo un error, ¿no lo ayudarías?

Para poder llevar a cabo la tarea, es necesario:
  • Pedirle a Dios el discernimiento para poder saber qué está bien y que está mal.
  • Entender que puedes cambiar, y qué no. Como dice la Oración de la serenidad de Reinhold Niebuhr2:

“Dios, dame la serenidad de aceptar
las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar las cosas que puedo,
y sabiduría para conocer la diferencia.


Así como es necesario corregir, es importante saber cuándo y cómo hacerlo. Decía San Agustín que para corregir a tu hermano, es necesario primero amarlo. Y es que la corrección en sí es una muestra de amor, sin embargo, al hacerlo, debe hacerse con cariño, de forma que quien lo reciba se dé cuenta que se hace de corazón.

Lo que escapa de nuestras manos

Hay algunas fallas, o debilidades del prójimo (tanto espirituales como humanas) que, por razones que no entendemos, no cambian. Este tipo de cosas que escapan de nuestra influencia. Cosas que, por más que haces el esfuerzo de enmendar, no hay forma de que se arreglen. Esto es lo que yo llamo en el Cuadro de acción: Área de influencia divina.

Si te percatas de que tienes ante ti, un área de influencia divina, o sea, algo en lo que no puedes hacer nada, haz de tomar la decisión inteligente: Hablar con aquel que sí puede hacer algo… Dios. En pocas palabras, ora por aquello que se escape de tus manos.

Un error muy común, y hasta universal, es tener en frente este tipo de situación y decidir Juzgar o condenar. Emitir un veredicto en base a lo que le está pasando al otro, y decir que está mal. Decidir el castigo que le espera. Eso se llama ponerse en el lugar de Dios. Para evitar tal cosa, pidámosle a Dios esa Sabiduría, para entender que nada podemos hacer más que orar.

Cuadro de Acción

Área de Influencia
Qué hago
Qué necesito
Divina
Orar
Paciencia
Sabiduría
Personal
Corregir
Valor y amor

Todo esto concluye con que tienes la responsabilidad de los actos de tu hermano. Corregirlo con amor es tu tarea, pero hacerlo con cariño. Aquello que veas que no puedes cambiar, coméntaselo a Dios en oración, y pídele la sabiduría para saber cuándo puedes y cuando no.

¡Dios te bendiga!

Referencias

1 Homilía Mons Roberto Sipols, Iglesia El Trigal, 07-09-14.